Un año más, y ya van cuatro. Nambrocorto crece, y lo hace con paso firme.
Otra vez las palomitas, otra vez la limonada, otra vez el teatro Fuentevieja, pero esta vez renovado, con mejor sonido, con mejor imagen, con mejor color. El escenario se tiñó de verde para proyectar nueve de los mejores cortometrajes del panorama nacional. Y el público lo agradeció sobremanera, en una selección de cintas con tal variedad de temáticas, que hasta el premio del público estuvo disputado.
Pero dejemos los premios para más adelante, porque por encima de todo, Nambrocorto 2019 ha sido el año del respeto por la cultura, con muchísimas butacas ocupadas por niños. Unos niños que absorbieron de golpe nueve obras de arte y tuvieron un comportamiento absolutamente ejemplar. Niños, cuyos ojos observaron atentos para, ¿por qué no?, convertirse en un futuro en directores de cine.
El festival ya tiene su público, un público que sabe de cine y que quiere historias nuevas cada año. Y ese público no solo es de Nambroca: en esta edición pudimos ver a gente de Madrid y alrededores, que se fueron encantados y que volverán del mismo modo el año que viene.
Los directores premiados, agradecidos y encantados con el festival, y con unos trofeos que merecen mención especial para su creador: Miguel Ángel Ferrándiz.
Nambrocorto se expande, y genera esa cultura del cortometraje tan útil y educativa al mismo tiempo.
Este año nos acompañó Belén Sánchez-Arévalo, guionista del cortometraje “Uno”, dirigido por Javier Marco, y que se llevó el primer premio del jurado. Además, Belén nos regaló unas cuantas anécdotas en un divertido e instructivo cine-fórum.
El segundo premio cayó en manos de Raúl San Román, por su cortometraje documental “Balón F.C”. El broche final y tercer premio fue para Carlota Pereda con su cortometraje, ganador también del Goya, “Cerdita”, que también se llevó el disputado premio del público.
El fotocol se apagó, las butacas se plegaron. Nambrocorto descansa ahora, para volver con más fuerza el año que viene.
Os esperamos.