Volvió Nambrocorto. Volvió para celebrar su quinta edición. Y volvió con una estupenda entrada que nadie presagiaba a tenor de una pandemia que invitaba a ser pesimista. A las butacas acudieron este año muchos jóvenes que, esta vez sí, se decidieron a entrar y comprobar de qué iba todo esto. El resultado fue que salieron encantados, con una actividad fijada en sus agendas del año que viene. Las diez obras que se vieron dejaron una palabra en el ambiente: calidad.
Las palomitas fueron sustituidas por termómetros y la limonada por una burocrática reserva de enteadas anticipadas, pero el comportamiento del público fue ejemplar: un teatro lleno de mascarillas, pero con el doble de ojos concentrados en cada uno de los cortos. La distancia requerida por los protocolos también sirvió para acercarnos a todos a la cultura, y como dijo Víctor Baeza en su poema de apertura, el virus tirano no pudo con el arte.
Hubo invitados, como Gillian Apter, actriz de “Flora”, dirigido por Javier Kühn. Recogió el tercer premio del jurado, además de contarnos varias e interesantísimas anécdotas del rodaje. Acudió también Edu Ovejero, ayudante de montaje de “A la cara”, cinta que se llevó el primer premio del jurado repitiendo así su director, Javier Marco, de manera consecutiva. Tanto el segundo premio como el premio del público recayeron en manos de Álvaro Carmona, con su comedia “El tratamiento”.
Nambrocorto se protegió ante la tempestad, pero se vistió de gala para celebrar una edición que no se olvidará.